Brand Sebastian

LA ENEIDA DE BRAND

Hace exactamente medio milenio, en 1502, el editor de Es trasburgo Johann Grüninger publicaba una edición de la obra de Virgilio preparada por el humanista de la misma ciudad Sebastian Band, que ha pasado a la historia como uno de los libros ilustrados más hermosos salidos de la imprenta.

Recordemos que fue en Estrasburgo donde sesenta años antes Gutenberg había llevado a cabo los trabajos de la revolucionaria invención que atizaría la llama del humanismo y de la civilización en general. La imprenta de Grüninger, nacido hacia 1455, era en esa época una de las más importantes de Centroeuropa y ciertamente la más innovadora y activa de la ciudad. Como la mayor parte de los grandes impresores de su tiempo, Grüninger publicó, entre sus doscientos títulos, una serie de clásicos latinos, entre ellos Terencio, Horacio, Apuleyo,

Boecio, Tito Livio y César, aunque distinguiéndose de los demás por un marcado interés por la imagen como esclarecedora y realzadora del texto. Naturalmente, lo laborioso y costoso del grabado en madera le llevaba a la reutilización de las mismas planchas para diferentes libros: la mayor parte de los 745 grabados del Terencio ya habían servido para ilustrar otros libros. Por ello Grüninger debió de realizar una inversión extraordinaria para su edición de Virgilio, pues contiene 211 grabados especialmente ejecutados para ella (más otros tres de recuperación). De hecho, en el colofón se dice que incurrió en un gasto "non mediocriv". Para una empresa de tal envergadura conts Grüninger con un colaborador excepcional, el jurisconsulto, poeta y filosofo Sebastian Brand.

Nacido hacia 1458, Sebastian Brand estudió leyes en Basilea, donde llego a ser decano de la facultad de Derecho, y publicó varias traducciones de clásicos latinos y obras propias, entre las que destaca La nave de les locos, de 1494 (prácticamente contemporánea, pues, de nuestra Celestina, con la que comparte un cierto sabor), donde, en forma de alegoría satírica, narra el viaje de cien locos rumbo a Loquilandia, locos que encarnan los tipos característicos de la sociedad de su tiempo, cada uno caricatura de un vicio, empezando por el de biblióomano del propio autor (a quien los muchos libros no hacen más sabio). Esta obra, que fue un éxito inmediato en toda Europa y en seguida se tradujo al latín y a otras lenguas iba ilustrada con una serie de magníficos grabados, uno por loco, debidos seguramente al joven Durero.… (mais)