Arturo Colorado Castellary

Se trata del catálogo de una exposición dedicada a una historia asombrosa. En 1937, ante la situación militar, el gobierno republicano español decidió abandonar Madrid en dirección a Valencia. Pero, alegando el riesgo para su conservación, se llevó con él una amplia selección de obras maestras del Museo del Prado y también de El Escorial y de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. La iniciativa había partido, no obstante, de un grupo de personas interesadas en el tema, casi todas extranjeras (la coincidencia es demasiado sospechosa, en mi opinión). Estas obras peregrinaron de Valencia al norte de Cataluña y después llegaron a la Sociedad de Naciones, con sede en Ginebra. Para entonces, la guerra civil estaba prácticamente terminada y se anunciaba la II guerra mundial, así que las obras se devolvieron al nuevo gobierno español (la entrega se había efectuado con esa condición), algunas inmediatamente y otras tras exponerse en Ginebra durante algunas semanas. Estos últimos cuadros, los más significativos, salieron de Suiza apenas unas horas antes de que estallase la guerra europea.

Como digo, el episodio es magnífico. El comisario de la exposición y autor principal del catálogo lo relata con pasión, y después los diversos autores aportan su punto de vista. Por un lado, los españoles, que tratan de las diferentes formas de preservar el patrimonio histórico durante la guerra civil en el bando republicano (exclusivamente), y luego los extranjeros, que cuentan el papel de Francia en todo el asunto y la repercusión periodística de la exposición de Ginebra en aquel país. El libro incluye después semblanzas biográficas de los principales intervnientes, con especial atención a los españoles Timoteo Pérez Rubio y Josep Maria Sert (uno por cada bando en guerra), y termina con el catálogo de documentos y fotografías que integraban la exposición.

El interés del asunto tapa los defectos de los diferentes trabajos, que tampoco son muchos. Pero aún así, me ha molestado el maniqueísmo del comisario (no así de los demás, al menos no tanto), para quien las autoridades republicanas solo pretendían salvar el tesoro artístico, pasando de puntillas por unas "motivaciones políticas" que nunca se especifican, e ignorando la posibilidad de que el temor no fuera tanto a las tropas franquistas (que también) sino a los propios grupos descontrolados izquierdistas que ya en ese momento dominaban las calles de Madrid. Sin mencionar, claro, que el mero hecho de tener físicamente al lado a los cuadros del Prado ya daba cierta seguridad física frente a los bombardeos. Es verdad que los franquistas ningunearon groseramente a los que, sin duda al margen de la política, habían sacado los cuadros de España, quizá salvándolos de su destrucción (o quizá no, quién sabe), pero eso es algo previsible en esas circunstancias. Nada más lejos de mi intención que justificar al régimen dictatorial, pero creo que los dualismos de buenos y malos no hacen ningún bien a la historia.

Por lo demás, el libro está magníficamente editado, con abundancia de fotografías de gran formato. Quizá demasiado grande el propio libro, lo que lo hace difícil de manejar si uno quiere leer los textos, además de ver las fotos. Claro, que estos libros se editan pensando solo en lo segundo, no en lo primero.… (mais)