Fernando Martínez Laínez

1588. Bajo los escombros de la antigua torre Turpiana, en la catedral de Granada, aparece una extraña caja de metal. El pequeño artefacto, que a primera vista parece carecer de vaor, alberga en su interior uno de los tesoros más asombrosos de la historia: un pergamino escrito en árabe, latín y castellano, un documento impensable para los tiempos de guerra que corren por toda Europa. Ocho años después, son hallados en el Sacromonte los libros de plomo, unos textos que la Santa Sede se apresura a declarar apócrifos...
2010. Granada se enfrenta a un terremoto de imprevisibles consecuencias. Nadie es capaz de explicar nada, los políticos y las fuerzas del orden están desbordados. El futuro parece impredecible... y en medio de la anarquía y el caos, los libros de plomo, custodiados desde hace diez años en la ciudad, son robados. ¿Qué relación puede existir entre acontecimientos tan distantes en el tiempo? ¿Qué asombroso secreto pueden desvelar los plomos ante los que la Santa Sede se mostró temerosa?… (mais)

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En esta obra de Martínez Laínez editada nuevamente por EDAF, nos adentra en otro de los muchos aspectos que atesoran la historia de los tercios españoles. Desde el famoso El Camino Español hasta el mundo de las artes plásticas (literatura y pintura), pasando por su desplieguen en el combate y sus innumerables luchas en Flandes, las islas británicas, Centroeuropa o los Balcanes. Acompañado con estupendas ilustraciones originales (mapas, láminas, planos, retratos, enclaves de época y actuales, etc.) procedente de diversas bibliotecas del mundo y con unos atractivos desplegables coloridos –diseñados por Ricardo Sánchez- que muestran aspectos tan variopintos como las banderas de Infantería de su tiempo, el despliegue artillero y el asedio, los hospitales de campaña, hechos de armas como el legendario de Empel y sus piqueros, arcabuceros y mosqueteros tras sus grandes generales (Duque de Alba, Alejandro Farnesio, Juan de Austria y Ambrosio de Spínola) y sus solados literatos (Garcilaso de la Vega, Francisco de Aldana, Miguel de Cervantes, Félix Lope de Vega, Francisco de Quevedo o Pedro Calderón de la Barca) que engalanan esta obra titulada Pisando fuerte.

La gran hazaña logística de la época Moderna es, sin duda alguna, fueron las tres largas rutas terrestres trazadas por los tercios durante los siglos XVI-XVII entre Italia y los Países Bajos para nutrir de soldados los campos de batalla, a partir del reclutamiento hecho por capitanes y comisarios en los diversos territorios peninsulares de la Monarquía Hispana. Durante toda esta época nació un estilo de hacer la guerra, cuyo origen venía de « (…) las tradiciones hispanoárabes y de las viejas legiones romanas, el espíritu colectivo nacional, y los nuevos elementos bélicos aportados por los avances tecnológicos y sociales de la época. (…)» y que tenía como característica « (…) la preponderancia de la Infantería, cuya unidad táctica era el tercio, con efectivos variables, que podía alcanzar hasta varios miles de hombres. En los tercios se mezclaban armas blancas y de fuego –espadas, picas, fusiles y mosquetes- con formaciones compactas y geométricas, muy convenientes para enfrentar a la caballería, pero vulnerables al creciente poder de la artillería.». Fue la llamada Escuela Militar Española.

Le libro aquí descrito trata de muchos temas muy atractivos todos ellos, como la bandera de los tercios (cruz de San Andrés) que tuvo su origen en la tradición heráldica borgoñona, fruto de la unión dinástica de la casa de España con la de los Austrias en el siglo XV, que fue la que flameó el ejército español por todo el mundo hasta el siglo XIX.

Se ha hablado muchas veces –sin conocimiento de causa- de los saqueos llevados a cabo por las tropas españolas en Flandes, sin embargo «No había saqueo cuando la ciudad se rendía antes que el Ejército sitiado pusiera en batería sus cañones, pero el pillaje era habitual cuando la ciudad se negaba a rendirse y había que tomarla por asalto. No obstante, las cláusulas de capitulación solían ser estrictamente respetadas, y en la mayoría de los casos dejaba en libertad a la guarnición.». No en vano era una práctica común entre todos los ejércitos de la época.

Aunque los hospitales de campaña tuvieron su origen en tiempos de Isabel la Católica durante la Guerra de Granada, éstos estuvieron a cargo de la Corona en tierra extranjera, teniendo cada tercio en su plantilla « (…) un médico y un cirujano, y el personal médico de servicio en las unidades militares disponía de un nombramiento o patente firmado por el general en jefe.». No deja de asombrar que toda la experiencia militar que los ejércitos españoles desarrollaron en estos siglos, tuvo una clara influencia y evolución en « (…) las fortificaciones, la vestimenta, los reglamentos y la organización de las unidades.». Hechos heroicos fueron muchos, destacando el de Empel, donde la Virgen de la Inmaculada se convirtió en patrona del arma de Infantería; hecho que perdura hasta hoy y, por el cual, es día festivo en España. Otros hechos menos conocidos fueron la Contra Armada inglesa –con Drake y Norris a la cabeza- que se lanzó infructuosamente contra las costas iberas (cantábricas, gallegas y lusas) al año siguiente del revés de la Armada de Inglaterra, fracasando los planes vengativos de la reina Isabel I; un hecho militar tan silenciado por los británicos como ensalzado el de Cartagena de Indias, siglos después. Además, los españoles en época de Felipe III quisieron volver a invadir Inglaterra desde la Bretaña francesa directamente y a través de Irlanda, tal y cómo muy bien explica el autor en esta obra suya. Otros escenarios épicos de los tercios españoles fueron las fronteras de Trnasilvania, en la Hungría “imperial” en tiempos de Carlos V o la defensa del enclave balcánico de Herzeg-Novi como punta de lanza para una hipotética toma de Estambul, la Sublime Puerta turca, de cuyo mejor testimonio nos quedan este soneto del poeta Fernando de Herrera que reza así:

Esta desnuda playa, esta llanura
de astas y rotas armas mal sembrada,
do el vencedor cayó con muerte airada,
es de España sangrienta sepultura.

Mostró el valor su esfuerzo, mas ventura
negó el suceso y dio a la muerte entrada,
que rehuyó dudosa, y admirada
del temido furor, la suerte dura.

Venció otomano al español ya muerto,
antes del muerto el vivo fue vencido,
y España y Grecia lloran la vitoria,

pero será testigo este desierto
que el español muriendo, no rendido,
llevó de Grecia y Asia el nombre y gloria.

Del arte pictórico nos ha legado la historia algunas de las muchas gestas de estos hombres, como fueron la Expugnación de Rheifelden (Carducho), El socorro de Génova por el II marqués de Santa Cruz (Pereda), Socorro de la plaza de Constanza (Carducho), Rendición de Juliers (Leonardo), Victoria de Fleurus (Carducho), Recuperación de San Juan de Puerto Rico (Cajés), Defensa de Cádiz contra los ingleses (Zurbarán), Recuperación de la isla de San Cristóbal (Castello), Recuperación de Bahía de Todos los Santos (Maíno), La rendición de Breda (Velázquez), además de otros cuadros posteriores sobre los hechos de armas españolas y de más variada expresión artística en el campo de la litografía, el grabado y la escultura. Pero una mención especial merecen los escritores y poetas –muchos de ellos solados- que contaron al mundo e inmortalizaron con sus plumas lo que rubricaron con la sangre de sus espadas en el campo de batalla: Pedro Alfonso Pimentel, Garcilaso de la Vega, Gutierre de Cetina, Miguel de Cervantes, Juan Bautista de Vivar, Cristóbal de Virués, Saavedra Fajardo, Ruíz de Alarcón, Gabriel Bocángel, Pedro Calderón de la Barca, Hernando de Acuña, Francisco de Aldana, Lope de Vega, Francisco de Quevedo o López de Zárate entre otros muchos.

En definitiva, una gran obra muy trabajada e ilustrada, que harán las delicias de todo aquel que desee o bien investigar o gozar de aquellos hechos que hicieron grande a una España que hoy sufre dolores de parto.… (mais)