Carlos Taibo

En éste libro Carlos Taibo realiza un excelente diagnóstico de la actual sociedad capitalista. Partiendo de la hipótesis de una sociedad enferma reconoce los síntomas, analiza sus causas y argumenta con contundencia sus consecuencias. En la mejor tradición de muchos teóricos de la izquierda, que supieron ver como pocos los males que aquejaban a sus sociedades, plantea unos remedios que se podrían calificar benévolamente de ingenuos.
Resulta difícil describir a Taibo, comprobado diacrónicamente su buen olfato sociopolítico, de ingenuo o iluso; sin embargo la sociedad que propone recuerda más a una comunidad amish, salvo en lo religioso, que a una propuesta internacionalista. Puede que la filosofía decrecentista remita “a percepciones y conductas que en realidad todas y todos llevamos dentro de la cabeza” y “cualquiera puede proponer ejemplos de su vida cotidiana” pero no parece que “la proximidad y la comprensión espontánea” auguren un cambio de rumbo de la sociedad,y menos de los estados, hacia una forma de vida de consumo sostenible. Ni siquiera la mayoría de los individuos aspiran a ello.
Por último, el epílogo es una justificación pero en él muestra Taibo una vez más que todo es cuestionable y que cualquier aspecto puede ser causa de una reflexión. Para quién esté interesado en esto, en reflexionar acerca del derrochador modo de vida, al menos en los llamados países ricos, llevado hoy en día, que haga caso de aquella voz que escuchó en cierta ocasión San Agustín: “Tolle, lege”.… (mais)

Dice Taibo que hay muchos mitos alrededor de Portugal, como esa que considera, como decía Valle-Inclán, que allí estalla una revolución todos los días "...y acá no quedan ni toreros... me voy con mis lusos a gozar antes de morirme del honesto esparcimiento de las revoluciones y a ser millonario en reis."
Taibo, con datos, desmiente esto. También con las frases de Pessoa que se lamenta del gusto malsano por el orden, "...trabajamos... para perturbar las almas, para desorientar los espíritus; cultivemos en nosotros mismos la desagregación mental como una flor cara. Construyamos una anarquía portuguesa."
El largo capítulo sobre el gallego y el portugués, de lo mejor del libro y quizás el somero análisis histórico lo más pesado.
Y la recomendación de Unamuno de que ningún hablante culto de castellano "debe permitirse encarar los clásicos de la literatura catalana, gallega y portuguesa en una lengua diferente de aquella en la que fueron escritos", que debemos atender.
Finalmente, varias referencias a la saudade, "un mal que se disfruta, un bien que se sufre" según Francisco Manuel de Melo, que emocionan.
Interesantísimo


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