"Napoleón en Chamartín" cuenta la toma de Madrid por el propio emperador. Galdós nos presenta un pueblo arrogante e insensato, que no supo prepararse para defender la capital de España y pretendía vencer al todopoderoso ejército francés apenas solo con su jactancia. Naturalmente, Napoleón se hizo con Madrid sin apenas esfuerzo y rápidamente la ciudad se llenó de afrancesados. La impresión que me ha dado esta novela ha sido de depresión.

Sin embargo, y por contraste, "Zaragoza" es vibrante y emotiva. Los zaragozanos no solo le echaron un valor y una decisión absolutamente heroicas, sino que también supieron organizarse con inteligencia y ser consecuentes hasta el final, defendiendo habitación por habitación su terreno hasta que ya solo quedaron algunas paredes en pie y un puñado de personas. Los franceses ni siquiera se alegraron al conquistar la ciudad que tantísimo les había costado. Aquí, Galdós alcanza muy altas cotas de literatura patriótica.

Y es que, por otro lado, en la primera novela tan importante como las operaciones militares es la historia personal de Gabriel Araceli, que consigue contactar con su amada Inés y hasta reconciliarse en parte con su empingorotada tía, pero las circunstancias y la persecución de sus enemigos personales (que, por supuesto, son afrancesados) le vuelven a alejar y le mandan preso a Francia. En la segunda novela nos enteramos de que consigue escaparse y así llega a Zaragoza, donde la historia del segundo sitio (hubo uno anterior, esa vez victorioso para los resistentes) se mezcla con el melodrama del chico que se enamora de la hija de uno de los tipos más ruines que han poblado la literatura galdosiana, que le niega el pan y la sal a los que están dando la vida por la ciudad. Como siempre, los dos relatos paralelos, el sentimental y personal y el grandioso y colectivo, que se entremezclan estupendamente. ( )